Urbanistas y ciudadanos urgen políticas públicas que puedan recuperar la ciudad que, a mediados de siglo XX, fue referencia en Latinoamérica.
Caracas cumple este 25 de julio 454 años de fundada, y a pesar de seguir mostrando obras que fueron paradigma para la región, sus ciudadanos han quedado relegados, luchando a diario por garantizarse los servicios públicos y esperando la recuperación de la que fuera una de las capitales más cosmopolitas de Latinoamérica.
A finales del siglo XX, la capital de Venezuela era un vibrante escenario de cultura y urbanismo. Escoltada por el cerro el Ávila, sobre la urbe se levantaron imponentes obras como el complejo teatral Teresa Carreño, el centro Simón Bolívar y las torres del urbanismo Parque Central, que hasta 2003, fueron las más altas de Latinoamérica.
«Había lugares abiertos toda la noche, areperas toda la noche, tuvimos festivales internacionales de teatro, vino todo el mundo cultural del momento internacional, vimos conciertos de primera línea, una ciudad muy animada y festiva», cuenta el periodista, escritor y columnista caraqueño, Alonso Moleiro.
«El crecimiento de Caracas viene dado por el automóvil, por la explosión de la inversión en petróleo y por la voracidad de crecimiento de una ciudad que veía llegar a pobladores del interior del país en busca de mejor calidad de vida. El cénit de Caracas, quizá, está entre los 90 y el 2000. Entramos al 2000 prácticamente sin falta de servicios públicos», describe por su parte Luis Fornez, profesor de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Central de Venezuela.
Pero esa ciudad en movimiento se detuvo, en opinión de urbanistas, a principios de la década de 2000. «Digamos que ahorita la ciudad está en un letargo completamente», advierte Lexymar Loreto, arquitecto.
«Esta es una ciudad entristecida, de bajo perfil, puede ser lo que era Berlín oriental en los años 70», apunta Moleiro.
Caracas, según expertos, dejó de cubrir las necesidades de sus ciudadanos. De acuerdo con el Observatorio Venezolano de los Servicios Públicos, en un 55% de los hogares, el agua falta entre 1 y 4 días por semana. Los medios de transporte superficial y subterráneo se han quedado pequeños frente a la demanda diaria de los habitantes.
Pero la urbe tiene otras deudas con sus residentes. «La accesibilidad es una de ellas, y también esa ciudad que el ciudadano pueda caminar. Hacen falta espacios públicos», expresa Loreto, quien también forma parte del programa gubernamental «Misión Venezuela Bella».
La revista The Economist ubicó este año a Caracas entre las 10 peores ciudades del mundo para vivir, una lista en la que evalúa factores como la delincuencia, transporte, acceso a la educación y salud, así como la estabilidad política y económica.
«No quiero idealizar el pasado. Ya Caracas venía mal, pero esta particularidad, esta Caracas de tráfico suave, de poca gente, esta cosa de que se hace de noche y la ciudad se aplasta, la ciudad muere, salvo unos cuantos focos, es una circunstancia inédita. La ciudad perdió la alegría», opina Moleiro.
Sin embargo, en medio del rezago, hay oportunidades.
«Caracas es una ciudad que se puede recuperar relativamente rápido, porque la infraestructura está, porque lo que está hecho se puede rescatar», concluye Fornez.
Fuente VOA